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Aisa

Cosas grandiosas suceden donde menos te lo esperas.

lunes, 17 de mayo de 2010

IV Benevolencia

- Deberíamos ponerlo en un estanque. Y curarle el hombro, lo queremos con vida y entero.

- Lo sé. Llama a Mary, ella lo curará. Ahora quiero una buena cerveza.

Vector escuchó la breve conversación de los humanos, los mismos que lo habían capturado hace ya dos días. Unas fuertes pisadas le indicaron que se volvía a encontrar solo. Abrió los ojos de golpe. Se encontraba en una habitación pequeña y pestilente. Lo habían depositado en una especie de cacerola grande y blanca, aparentemente de mármol o de algún material que no se conocía en las profundidades marinas. Para agravar todo, su brazo le dolía horriblemente.
Estaba metido en un lío, lo tenía claro.

- Si solo tuviera un poco de agua de mar...- pensó, afligido.

Vector era el hijo mayor de Dax, uno de los últimos grandes hechiceros de su raza. Y como primogénito estaba aprendiendo a utilizar la magia y sus virtudes. En su hábitat, los tritones y las sirenas se curan rápidamente. Pero con unas cuantas palabras debídamente seleccionadas, el proceso era casi inmediato. Sintió pasos apresurados al otro lado de la puerta, por lo que cerró sus ojos rápidamente.

- Ninguna palabra a nadie de lo que verás ahora, desgraciada. Ya sabes de lo que soy capaz de hacerte...

- No diré nada. Déjeme tranquila, te lo ruego.

- Debes curarlo. Eres una enfermera, serás capás de ello. ¿No?

- ¿Hay una persona herida allí dentro?

- Tú simplemente cúralo.

Se escuchó un nuevo forcejeo, seguido de una risa grave y cruel.

- Me diviertes mucho, Mary.

La puerta se abrió y se cerró de un portazo. Un pequeño sollozo inundó la estancia, pero se interrumpió de golpe. Unos pasitos inseguros se acercaron lentamente a él, no le cabía duda.

- Dios mío...

La muchacha extendió una mano temblorosa en dirección a la cara de ese ser. Mitad hombre, mitad pez. Un sireno. Rozó el pelo de un rojo escarlata potente y luego dirigió la vista hacia el hombro malherido. Cuando estaba a centímetros de tocar su rostro, una mano poderosa la detuvo, al tiempo que unos ojos dorados la observaban. Mary soltó un grito ahogado.

- Shh- susurró Vector.

- Lo-lo siento... ¿Me entiende?

- Por supuesto. ¿Estabas llorando?

Mary ignoró la pregunta.

- ¿Eres...? ¿Eres un sireno?

- No entiendo por qué los humanos se afanan en llamarnos así. Sólo existen sirenas, yo soy un tritón- volvió a susurrar.

- ¿Tritón? ¿Y hay más como tú?

- La raza humana no es la única que habita este planeta. Tu raza se caracteriza por su ceguera y egocentrismo.- Vector dibujó una mueca de dolor. Le estaba costando demaciado articular palabras. Mary se dio cuenta del gesto, no por nada se había titulado con honores de su facultad.

- No hables, estás débil. Esta herida no ha sido tratada-. Comenzó a rebuscar en su botiquín mientras hablaba.

- No... Tus medicinas podrían matarme, deja que me cure yo solo.

- No seas insensato, tu no eres capaz de nada en este estado. Confía en mí.

- No confío en humanos.

Mary dejó de buscar y miró con tristeza a la tina.

- No todos somos como ellos- le dijo amargamente. Vector no sabía qué pensar.

- Me han herido. Me han capturado y alejado de mi hogar. ¿Cómo se supone que voy a confiar?

- Ya te lo dije, no todos los humanos son malvados y despiadados. Quiero ayudarte y, si puedo, sacarte de aquí. Ahora, deja que te cure ese hombro.

- ¿Es que no me oyes? Tus medicinas pueden matarme.

- ¿Cómo estás tan seguro?

- Todos lo saben.

- ¿Y ante qué pruebas?

Vector no tubo respuesta a aquello. Si sus conocimientos eran verídicos, nunca ningún miembro de la raza submarina había tenido contacto con humanos. ¿Cómo se conocía entonces la reacción frente a sus remedios? Una linea vertical se formó entre ceja y ceja del tritón.

- Está bien, inténtalo.

Mary esbozó una pequeña sonrisita de triunfo y se puso manos a la obra. Se colocó unos guantes de látex y observó la herida. Atravesaba el hombro de lado a lado. Se mordió el labio inferior, ya que tendría que suturar.
Estuvo cerca de una hora trabajando concienzudamente en el tritón. El dolor que sentía Vector era insoportable, pero no movió ningún músculo ni articuló palabra alguna. No se mostraría débil ante una humana.

- ¡Listo!- suspiró la enfermera.

El muchacho observó su hombro, impresionado, ya que un pulcro vendaje lo cubría. El dolor no había desaparecido, pero sí disminuído.

- Gracias- murmuró, mirando todavía su hombro.

- De nada. No nos hemos presentado aún. Mi nombre es Mary, Mary Allport.

- Yo soy Vector, hijo de Dax.

Se quedaron mirando largo rato, hasta que un fuerte portazo los sobresaltó. John, un hombre gordo, desaseado y desdentado entró al baño de su choza, ubicado en la costa de un pueblito inglés.

- ¿Has terminado?- espetó.

- Sí-. Respondió Mary, sin mirarlo.

- ¿Y qué rayos estás esperando? ¡Vete de aquí!

La joven no se hizo de rogar. Tomó sus cosas rápidamente y, lanzándole una última mirada a Vector, abandonó la habitación.

- Bien, bien. Tú, sireno, me harás el hombre más rico de este planeta- dijo el hombre, sonriendo de manera maligna.

Publicadas por Ale a la/s 9:34 p. m. 2 gotitas de lluvia

lunes, 12 de abril de 2010

III Problemas

La detestaba. La detestaba más que a cualquiera de sus insignificantes creaciones. La detestaba por haberse escondido por siglos. La detestaba porque la deseaba profunda e irremediablemente, pero no la tenía. Soltó un rugido de ira, el cual asustó a sus cientos de esclavos que corrieron a refugiarse.

- He surcado los siete mares, he luchado con cada uno de los miembros de esa asquerosa estirpe y aun así no logro encontrarla. ¿Qué crees que deba hacer, Forion?- preguntó a uno de sus consejeros. El aludido dio un respingo, pero respondió con una voz calmada:

- Mi señor, los poderes de Sïaria son grandiosos e ilimitados, pero luego de siglos puede que cometa algún error…

- ¡Siempre me dices lo mismo!- espetó. Se paró de su trono y, chasqueando los dedos, tomó la forma de una gaviota. Sobrevoló las costas italianas por unas horas, antes de dirigirse a alta mar. Divisó un bote pesquero a la lejanía. Lo que contenía lo dejó impresionado.

- Vaya, vaya… Han capturado a uno de los hijos de la Diosa. Veamos cómo reacciona al respecto.

Hôr, con un resplandor mortecino cambió su forma a la de un pez espada y nadó ferozmente en dirección contraria al bote.

.*.

- ¡Vector ha desaparecido!

Aisa despertó sobresaltada por los gritos de los aldeanos. Vector era un muchacho dos años mayor que ella, de cabellera de un rojo intenso y ojos dorados. No sabía mucho de él, aparte de que era el hijo del hechicero de Calisto.

- ¡Ella debe ser la culpable! ¡Vayamos a su casa!

Un ensordecedor asentimiento le informó a Aisa que estaba en problemas. Prefirió salir de la casa antes de que echaran abajo su puerta.

- ¿Me buscaban?

- ¡¿Qué le hiciste a mi hijo, maldita bastarda?!

- Yo no…- no alcanzó a terminar la frase, porque tuvo que esquivar una piedra lanzada por la multitud. Luego otra, y otra más. Cuando se disponía a esquivar una cuarta roca, percibió un movimiento por uno de sus costados. Giró rápidamente y vio cómo un tritón enfurecido se abalanzaba sobre ella. Se cubrió con ambos brazos al mismo tiempo que cerraba los ojos. Pero no sintió ningún golpe. Abrió los ojos lentamente y observó a su alrededor. Todos estaban mudos y la miraban con temor. La piedra y el tritón estaban congelados. La perla de su collar estaba roja, y brillaba con el mismo color.

Aisa, estás en peligro. Ven a mí.

La voz de Sïaria la sobresaltó. Se giró y comenzó a nadar lo más rápido que pudo. En cuanto se hubo alejado, la perla volvió a su coloración normal.

No debiste haber hecho eso. Apresúrate, Aisa.

La sirena llegó exhausta a la cueva. Cuando se hubo encontrado frente a la perla, se desplomó.

- ¿Qué sucedió?

- Creo que nos hemos precipitado. Nuestro encuentro ha despertado ciertas habilidades en ti.

- Yo… ¿yo congelé a ese tritón y a esa piedra?

- Sí, y temo por lo que pudo desencadenar.

- ¿Qué puedo haber provocado?

- Hace mucho tiempo que mis poderes no eran utilizados. Espero que nadie se haya dado cuenta de ello…

- ¿Hôr pudo haberlo notado?- Aisa estaba horrorizada.

- Esperemos que no… Debes controlarte, pequeña.

- ¡Ni siquiera sé qué fue lo que hice!

- Debes aprender a sentir esa energía que fluye por tus venas. Otro error como éste y estaremos muertas.

- No puedes ser tan injusta. Hace sólo un día que sé que llevo parte de una diosa dentro mío. No me pidas autocontrol de fuerzas que no manejo ni comprendo.

- Lo siento, Aisa… Es solo que estoy asustada. Y no sólo por lo que acaba de suceder. Los humanos tienen a uno de mis hijos. Una de mis creaciones.

- ¿Vector? ¿Vector ha sido capturado?

- Sí.

La joven estaba muda. ¿Cómo era posible? Nunca, jamás en toda la historia de su raza habían sido capturados por humanos. Los habían visto, sí, pero nunca habían llegado tan lejos.

- Creo que tendremos que viajar a la superficie antes de lo que yo misma esperaba. No puedo dejarlo morir, ni que Hôr lo encuentre.

- Estoy dispuesta.- Respondió Aisa, con coraje. Más del que realmente sentía.

Publicadas por Ale a la/s 3:12 a. m. 2 gotitas de lluvia
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